educación griega

La Paideia

La educación clásica

por Martha Guerrero Mills

La educación desde tiempos antiguos ha sido la forma ineludible para transmitir los valores (estéticos, plásticos, artísticos, morales y filosóficos) de una comunidad o sociedad determinada. Un sistema educativo orientado por el Estado para modelar al niño o al adolescente en función de las costumbres nacionales, para alcanzar un perfeccionamiento de las capacidades y vocaciones: al Areté. La educación proviene del medio cultural de una sociedad como formadora de los valores que deben regirse en ella, pero de igual manera, la cultura desarrolla el sistema educativo dependiendo del tiempo histórico. En este sentido, las escuelas no dependen totalmente de su medio, sino que también, lo hacen y lo forman. El término de educación señala la transmisión y aprendizaje de las técnicas culturales; de su uso, producción y comportamiento de una sociedad. Para trasmitir, efectuar y garantizar una cultura de generación en generación que se realiza a través de la educación.  El grado y desarrollo de una sociedad depende de la orientación y la importancia que se da a la educación. A su vez, la educación es definida como la formación del hombre, la maduración del individuo, el logro y perfeccionamiento de su cultura. Por lo tanto, la educación es la cultura de una sociedad: la Paideia, como en concepto clásico.

Werner Jaeger en Paideia: Los ideales de la cultura griega, inicia su magistral trabajo diciendo: “Todo pueblo que alcanza un cierto grado de desarrollo se halla naturalmente inclinado a practicar la educación. La educación es el principio mediante el cual la comunidad humana conserva y transmite su peculiaridad física y espiritual.”[1]Posteriormente va ha realizar una serie de premisas generales en las cuales va ha definir al término como:

  • La educación no es una propiedad individual, sino pertenece, por su esencia, a la comunidad.

  • Toda educación es el producto de la conciencia viva de una norma que rige una comunidad humana.

  • La educación participa en la vida y el crecimiento de la sociedad, así en su destino exterior como en su estructuración interna y en su desarrollo espiritual.

  • La historia de la educación se halla esencialmente condicionada por el cambio de los valores válidos  para cada sociedad.

  • Para el griego la idea de educación representaba el sentido de todo humano esfuerzo. Era la justificación última de la existencia de la comunidad y de la individualidad humana. El conocimiento de sí mismos, la clara inteligencia de lo griego, se hallaba en la cima de su desarrollo.

  • Los griegos vieron por primera vez que la educación debe ser también un proceso de construcción consciente. ”Construido convenientemente y sin falta, en manos, pies y espíritu.”[2]

La evocación de la antigua paideia no significa una invitación a volver al pasado pero sí a la reflexión y conocimiento del valor.  Para ver por una parte del ideal de la educación antigua y ver el reemplazamiento de lo novedoso, por otra, igualmente valioso, pero que suscita al desconcierto en la creencia general de la evolución y el progreso de la educación moderna

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La areté

Si bien el concepto de areté únicamente tiene una definición exacta en la cultura griega y su traducción en español no existe, nos indica el máximo ideal alcanzado por las virtudes del hombre. En este caso, nos conlleva a una acepción de la virtud, así lo manifiesta Jeager Werner: “como la expresión del más alto ideal caballeresco unido a una conducta cortesana y selecta y el heroísmo guerrero, expresaría acaso el sentido de la palabra griega… En el concepto de la areté se encuadra el ideal educador en este periodo en su forma más pura.”[3] A su vez, significaba para los antiguos griegos, una fuerza, una capacidad del hombre; el vigor y salud en el cuerpo; y también, la sagacidad y penetración del espíritu.

En relación con la educación que es la formación del hombre, mediante la creación de un tipo de ideal, en la cultura griega se encontró íntimamente determinado y coherente con el principio de areté. Así “La educación no es posible sin que se ofrezca al espíritu una imagen del hombre tal como debe ser”[4] esa imagen ideal, anhelada y bella nos conlleva al concepto de areté donde se centra el ideal educador en su forma más pura en la antigua Grecia.

Cabe destacar, que la educación en la Grecia se reservaba únicamente a la nobleza, porque en palabras de Jager Werner: “El hombre ordinario, en cambio, no tiene areté, y si el esclavo procede acaso de una raza de alta estirpe, le quita Zeus la mitad de su areté y no es ya el mismo que era. La areté es el atributo propio de la nobleza. Los griegos consideraron siempre la destreza y la fuerza sobresaliente como el supuesto evidente de toda posición dominante. Señorío y areté se hallaban inseparablemente unidos.”[5]

Otra de las acepciones del areté se encuentra como sinónimo de honor, a razón de ello, Aristóteles planteó al respecto: “Es notorio que los hombres aspiran al honor para asegurar su propio valor, su areté. Aspiran así a ser honrados por las gentes juiciosas que los conocen y a causa de su propio y real valer. Así reconocen el valor mismo como lo más alto.”[6] Si bien se reconoce que la areté sólo alcanza su perfección en seleccionadas personas, se concebía como de grandeza de alma, así lo fundamentaba Aristóteles y Homero que “El honor es el premio de la areté; es el tributo pagado a la destreza.”[7]  Así para un guerrero y un noble alcanzar la soberbia y la magnanimidad, era la sublimación de la areté, que era lo más difícil de alcanzar y una conquista personal, el modelo que nos ayuda a ejemplificar este punto es Aquiles y Áyax en la épica de Homero.

En la visión de Aristóteles, quien destaca a la areté como sinónimo de belleza defendió el significado a partir de “Su alta estimación del amor propio, así como su valoración del anhelo de honor y de la soberbia, proceden del ahondamiento filosófico lleno de fecundidad en las instituciones fundamentales de la ética aristotélica. Entiéndase bien que el yo no es el sujeto físico, sino el más alto ideal del hombre que es capaz de forjar nuestro espíritu y que todo noble aspira a realizar en sí mismo. Sólo el más alto amor a este yo en el cual se halla implícita la más alta areté es capaz de apropiarse de la belleza.”[8]

La educación, considerada como la formación de la personalidad humana mediante la instrucción constante y la dirección espiritual, es una característica propia de la nobleza. Para distinguir el rango y dominio de los nobles era necesaria la educación de los mismos, por ello se convierte en formación y a su vez en “la modelación del hombre completo de acuerdo con un tipo fijo”[9], con el modelo establecido por el ideal griego. El maestro por excelencia es el héroe. Así los paradigmas míticos de la épica de Homero marca situaciones en las que se aconseja, advierte, regaña, exhorta, hasta prohibe y ordenan algo a los personajes, así se establece el discurso y la normatividad en la que se desarrollaron los valores para los griegos, dice Janger “Los mitos y las leyendas heroicas constituyen el tesoro inextinguible de ejemplos y modelos de la nación”[10] donde se ejemplifica el ideal del pueblo y la épica constituyó el mundo ideal que se tenía en la antigua Grecia.

En Grecia, la educación estaba íntimamente ligada a la política y con los asuntos de la vida cotidiana, pero estaba determinada, en buena parte, por el estilo, las modalidades y las  estructuras concretas de cada una de las poleis griegas. Uno de los ejemplos más interesantes, en razón de su acento militarista, es el caso de Esparta. La ciudad-Estado de Lacedemonia o Esparta, tenía una cultura predominantemente marcial, con una constante preocupación por la perseverancia de exaltación del espíritu y las virtudes castrenses. La concesión de los derechos políticos estaba determinada por la base agraria, por ello se le considera a la organización de su Estado como Teocracia, ya que era un requisito la posesión de tierras para poder tener derechos como ciudadano. En el  Estado espartano, siglo IV, el areté se manifestaba como el ideal central que debía de establecerse en toda la educación. A su vez, imperaban los valores públicos sobre los privados. Lo que conllevó en siglos posteriores a que se viera a Esparta como un modelo de nación entre los teóricos del Estado como Platón y Homero.

A falta de una historiografía específica sobre la educación espartana nos remitimos a Homero quien destacó la importancia que tiene el areté en la civilización espartana, “El ideal homérico de la areté heroica es transformando en el heroísmo del amor a la patria. El poeta aspira a que este espíritu impregne la vida de todos los ciudadanos. Quiere crear un pueblo, un estado de héroes. La muerte es bella cuando la sufre un héroe. Y se es un héroe cuando se cae por la patria. Esta idea confiere a su caída el sentido de una ofrenda de la propia persona en aras de un bien más alto”[11]  Aquí  se observa el claro reflejo del patriotismo y el fundamento del bien común donde el areté se transformó en ser una valoración individual a ser una areté política. En Esparta el poder del Estado se elevaba en lo más alto, mediaba entre todas las acciones culturales de la polis considerándola como la suma de todas las cosas humanas y divinas[12].

Para convalidar esta posición del arte político nos remitimos a “Aristóteles   -quien- designa al hombre como un ser político y lo distingue, así del animal, por su ciudadanía. Esta identificación de la humanitas, del ser hombre, con el estado, sólo es comprensible en la estructura vital de la antigua cultura de la polis Griega, para lo cual la existencia en común es la suma de la vida más alta y adquiere incluso una calidad divina” (p. 116)

Los ciudadanos espartanos asistían desde los siete años a enlistarse en la milicia para hacer el cumplimiento de servicio militar. Se expresaba el ideal del valor militar a través del adiestramiento: la askesis, cuyo objetivo era practicar y alcanzar las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la templanza, la fortaleza y la obediencia.

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La Paideia

Para el Siglo VII las ciudades jonias -el Ática, Eubea, Tracia, Clazomene, Teos, Colofón, Éfeso, Magnesia, Priene, Mileto en la costa del Asia Menor; en las riberas del Helosponto y las Cícladas- se desarrollaron culturas democráticas, donde la nueva aristocracia enriquecida por el comercio suplantó a las antiguas aristocracias basadas en el linaje y en la posesión de predios. La seguridad militar de las ciudades la garantizó tanto los ricos caballeros de las clases altas (hippeis) como los Hoplitas de las clases medias que aportaban sus propias armas como la lanza, el escudo, la espada, su armadura de peto y las glebas.

Es a partir de esta época cuando la concepción romántica del areté caballeresco del patriota guerrero, de las hazañas gloriosas, el culto al físico de los combatientes militares comenzó a difuminarse porque no cuadraba con el ambiente emprendedor y comercial de las ciudades jónicas. El intercambio comercial se dio a la par del intercambio cultural, así fue cuando los griegos comenzaron a emplear el alfabeto y una filosofía basada en la observación y en la práctica.

En Atenas, por su parte, conforma una hegemonía militar, cultural y comercial, a partir de que Solón tomó el cargo de supremo de arconte; es él quien introduce una serie de reformas sociales y políticas que liberaron a la servidumbre económica de los campesinos, instituyó un tribunal popular que limitó a la autoridad de la aristocracia y democratizó al Estado. Pero es hasta con Clístenes en 508 a.C. cuando queda implantada la democracia y cuando las ciudades jónicas de Asia Menor caen en manos de los persas, Atenas pasó a ser el centro hegemónico de la Grecia clásica. Es en los tiempos de Pericles (ca. 495-429 a.C.) cuando se desarrolló una nueva estructura socio-política de carácter democrático, así como una estabilidad que condujo a engendrar nuevos tipos de enseñanza[13].

En Atenas durante el siglo V de dio un gran adelanto significativo en la cultura griega, en virtud de que se estableció el alfabeto fonético, en el que cada símbolo correspondía a un sonido. La escritura quedó materializada como un legado histórico en rollos de papiro, tanto la literatura, las obras de teatro  y la administración de la ciudad se registraban en los rollos.

De esta forma, la organización del aparato burocrático oficial de Atenas requirió de cierta jerarquización relacionada con la escritura, sobre todo para ocupar los cargos de funcionarios, secretarios o auditores financieros del senado. Sin embargo, la educación ateniense únicamente se ubicó en la instrucción de los niños de sexo masculino. La discriminación de las mujeres estaba muy marcada en comparación con Esparta donde las mujeres debían de tener instrucción física junto con los hombres, en Atenas no podían acceder a ciertas zonas en el teatro, ni se les enseñaba a leer, ni a escribir. A los niños nobles y adinerados se les concedía una educación básica que principalmente consistía en cuatro disciplinas: música, educación física, la lectura, la escritura y el cálculo. Dado que el carácter comercial de la vida ateniense era incompatible con el analfabetismo y dado que el cumplimiento de las responsabilidades cívicas exigía ciertos conocimientos de lectura y escritura, la instrucción elemental pasó a ser una parte integral de los ciudadanos. Con ello los atenienses se convirtieron en el primer pueblo que enfrentó directa y conscientemente con el proceso de la educación, al que le dio el nombre de paideia[14].

Si bien, el Estado era la institución que promovía la identidad del individuo; así la paideia subordinada a las necesidades prácticas y concretamente a garantizar la estancia del Estado, aunque de él no dependían directamente las escuelas. Por que donde se hacía la política era en el calor de las discusiones en las asambleas y ahí era donde se tomaban las decisiones, por lo tanto, el interés estatal y el individual radicaban en captar  la atención con la elocuencia del expositor.

Pero en la medida que se requirió de una profesionalización de este ambiente político la argumentación adecuada, la persuasión, la emotividad y la retórica fueron las armas políticas más influyentes en el momento de la toma de decisiones, por ello se ubicó como una necesidad instituir la abogacía o la figura del orador de manera especializada.

Para cubrir con esta necesidad los maestros de la corriente de los escépticos se dedicaban a enseñar técnicas concretas en el arte de la persuasión y su aplicación en la vida pública, incomodando la posición de la corriente de los sofistas  de sophistai que deriva del término sophia que significa sabiduría, destreza, experiencia, sagacidad y perspicacia.

Los sofistas constituyeron el grupo que desarrolló una variedad de disciplinas y materias de enseñanza que condujeron a la instrucción de la areté política y educaron a los caudillos, según Jager “toda educación política de los caudillos debía fundarse en la elocuencia. Se convirtió necesariamente en la formación del orador, bien que en la palabra griega logos vaya implícita una muy superior compenetración de lo formal y lo material. Desde este punto de vista se hace comprensible y adquiere sentido el hecho de que surgiera una clase entera de educadores que ofrecieran públicamente enseñar la ‘virtud’ a cambio de dinero.”[15] Destacaremos a los sofistas porque son quienes se dedicaron a la logografía, que consistía en la redacción de discursos como manuales para la enseñanza de la retórica la cual se consideraba un arte, y un arte que se podía aprender por medio del estudio.Ellos, de igual forma, introdujeron los estudios gramaticales y matemáticos en la enseñanza ateniense; así como “Transpusieron los distintos géneros de la poesía parenética, en los cuales el elemento pedagógico se revelaba con el mayor vigor, en la nueva prosa artística en la cual son maestros, y entraron así en consciente competencia con la poesía, en la forma y en el contenido. Esta transposición del contenido de la poesía en prosa es un signo de su definitiva racionalización.”

Por otra parte se localizó a la corriente de los retóricos, quienes constituían el grupo que se ocupaba del empleo y la utilización de las palabras en relación con la conveniencia y la oportunidad de las aplicaciones para un buen éxito en lo político o lo jurídico.

En el siglo V ateniense por el desarrollo de dos formas de pensamiento de alto nivel, que fueron la aplicación del método socrático de análisis crítico y la lógica inductiva de la escuela de Platón, por una parte, y la escuela de Isócrates, por otra. Platón a quien dedico especial atención, es porque a través de su conjunto de escritos[18] presenta la búsqueda humana del conocimiento y preocupación central de la vida misma. El ser absoluto se llega a través de la armonía con el alma, en la búsqueda de la verdad.

Para Platón, la noción de conocimiento era el producto final y la meta de un proceso al que llama paideia, la cual desarrolló dentro de la Academia. Aunque como ya hemos mencionado en Grecia era un término común pero Platón fue el primer pensador que propone una teoría de la educación enriqueciendo su contenido. Platón propuso el método dialéctico como la actividad pedagógica, la eliminación de los manuales porque la enseñanza debía ser oral  por medio de la discusión, discurso y debate de las argumentaciones críticas. Bosqueja en las Leyes, que el estado es el espíritu mismo y la cultura espiritual se refiere al estado como su último fin, así se determina la esencia de toda verdadera educación o paideia, decía “educación para la areté que impregna al hombre del deseo y el anhelo de convertirse en un ciudadano perfecto y le enseña a mandar y a obedecer, sobre el fundamento de la justicia.”[19] Concebía la evolución de la educación para alcanzar la Verdad en el sentido de que “el Estado-ciudad antiguo es el primer estadio, después de la educación noble, en el desarrollo del ideal ‘humanista’ hacia una educación ético-política, general y humana.”[20] Como vemos le da un gran valor a la cultura cívica relacionándola como una virtud. A lo largo de sus escritos y los diálogos, Platón establece una investigación sobre la esencia de la areté, tanto a su contenido ético-político, abstracciones lógicas como en las matemáticas. Todos los regímenes eran imperfectos, y que en ningún caso se podía hablar de una sociedad justa. Según Platón, la justicia no podía alcanzarse más que con el gobierno de unos hombres educados, dentro de un estado ideal. Por ello el hombre debía de trabajar en pos de un doble objetivo: la perfección del hombre y la perfección del Estado, en la consecución del Bien. En la República establece las categorías de los regímenes conforme a sus preferencias, decía que el mejor sistema podría ser la monarquía o la aristocracia, porque en ella gobernaban los mas cualificados; luego vienen la timocracia, gobierno de los ambiciosos, la oligarquía, gobierno de los poderosos, y la democracia, gobierno de las masas; en último lugar, el peor de los sistemas era la tiranía, o gobierno de un déspota sin escrúpulos.[21] Si bien, es necesario destacar que para Platón la democracia era un régimen atractivo no era bueno porque todos los hombres son diferentes por naturaleza. Establecía Platón que en una sociedad ideal gobernaba la armonía y el sentido de la disciplina, en el Estado se debía manifestar su diversidad pero dentro de una unidad global.

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Humanitas

Las influencias helenísticas se han difundido a lo largo de los siglos por diversas regiones, los romanos estuvieron en contacto con la cultura griega y a pesar de los valores tradicionales de la vida social romana se introdujo a Roma la educación griega.

En la época de Marco Tulio Cicerón (106-43 a. c,) fue cuando la influencia helénica se implanta como modelo en las letras y en el pensamiento romano, ya que Cicerón tuvo contacto directo con la nueva academia de Atenas donde recibió la instrucción de Molón de Rodas. Así fue como Cicerón comenzó a defender los estudios griegos de retórica y filosofía en Roma.

Para el año de 55 a.c. Cicerón escribe su monumental obra De oratore, que es el tratado de educación. Esta obra de tres libros consiste en la defensa del saber griego y las características sobre la verdadera naturaleza de la educación; es un tratado teórico y practico sobre la educación.

Si bien De oratore, es una obra que expone las ideas de Isócrates ya que se base en él, pero va a conferir la aplicación práctica en la cultura romana, así como la omisión en cierto sentido de las tradiciones griegas como la instrucción física en los gymnasion, la pederastia y la inversión sexual.[22]

Reconoce el valor de la argumentación y la oratoria en la vida pública, que exige de competencia y experiencia para persuadir en el momento de la toma de decisiones públicas; de ahí su importancia y destaca que “para Cicerón, el producto final de todo el proceso educativo lo constituye el orador, cuya gran calidad distintiva consiste en una erudición paralela al desarrollo de un sentido ético que él denomina humanitas, término latino correspondiente hasta cierto punto al griego paideia.”[23]

Cicerón en su obra no presta atención a la enseñanza elemental, sino destacará que la oratoria sería como una especialización de los estudios generales, pero enfatiza que la “Oratoria se distingue de la retórica en el sentido de que la primera es el aspecto activo, de realización, mientras que la segunda es el aspecto de preparación, de previa ordenación y organización de los materiales.”[24]

Finalmente el arte de la oratoria propuesta por Cicerón tuvo su aplicación en la escuela de retórica, pero se enfatizaba en las técnicas de dicción, de expresión y de emisión de la voz. Este estudio se enfocó a través de la lectura, comentarios y discusiones de las lecturas, redactando discursos y participando en juicios ficticios. Así podía especializarse, en la medida del avance del educando en la oratoria: forense, deliberativa o panegírica.

Es necesario destacar que obviamente este sistema pedagógico no estaba encaminado a la mayoría de la población sino a un grupo privilegiado de una minoría selecta; porque la vida pública y el prestigio social se convirtieron en los objetivos últimos de la educación y esto se dio a través de la retórica y la oratoria.

Hemos profundizado en algunas características básicas de la educación clásica porque como  observamos los griegos fueron los precursores de la teorización sobre educación a la que conceptualizaron con el nombre de paideia. Los rasgos elementales que presuponen deben adquirir los sujetos instruidos corresponden al ideal griego el areté.


[1] Werner, Jaeger, Paideia: los ideales de la cultura griega, México, FCE, 1942, p. 3

[2] Idem. Introducción

[3] Jeager, op cit.  p. 21.

[4] Idem. p. 19

[5] Idem. p. 21

[6] Citado por Jeager, op cit. p.25

[7] Idem.

[8] Idem. p. 29

[9] Idem p. 36

[10] Idem. p. 53

[11] Jeager, op cit. p 95

[12] Idem. p. 98

[13] James Bowen, Historia de la educación occidental, tomo 1, Barcelona, España, Herder, 1985,  Capítulo IV, Atenas: en el siglo V

[14] Idem.

[15] Jeager, op cit. p. 267

[16] Jeager, op cit. p. 271.

[17] Jeager, op cit. p. 271.

[18] Platón (428-348/7 a.C.) sobresalen las obras: Diálogos socráticos: la Apología, el Critón, Laques,   Cármides y el Eutifrón; Parménides, Teeteto, el Simposio, Fedón, Fedro, Gorgias, el Sofísta, las Leyes, la República y Timeo.

[19] Jeager, op cit. p. 116

[20] Idem. p. 116

[21] Según en el Político 3034-B Platón presenta otro esquema más exacto, el cual establece: 1) monarquía, 2) aristocracía, 3) democracia legítima, 4) democracia ilegítima, 5) oligarquía, gobierno ilegítimo de unos pocos, y  6) tiranía, gobierno ilegítimo de un solo individuo.  Bowen, op cit. p. 155

[22] Browen, op cit. p. 249.

[23] Idem. p. 251

[24] Idem. p. 251